el poder de los medios de comunicación de masas

el poder de los medios de comunicación de masas

 

Reflexión sobre el poder de los medios de comunicación de masas, en base a los programas “Operación Palace” y “Las guerras de los mundos”.

ROSEBUD[1]

La emisión del programa radiofónico de “La guerra de los mundos” de Orson Welles[2] en 1938, dejó en evidencia la influencia que podía tener un medio de comunicación de masas, al respaldar de manera directa sobre miles o millones de personas, lección que aprendió bastante bien su propio creador, pues años más tarde obtendría el Oscar por su ópera prima “Ciudadano Kane[3]”, obra que escribió, dirigió, produjo y protagonizó.

Charles Foster Kane tenía claro que el valor no era lo pecuniario, sino que era el poder, poder de influir en los demás, poder de adaptar las voluntades de los ciudadanos a la suya propia, por eso a pesar de ser multimillonario, decidió quedarse exclusivamente con un periódico sensacionalista sin mayores pretensiones llamado New York Inquirer, convirtiéndose en un magnate de la prensa norteamericana.

La historia de Foster Kane, Ciudadano Kane, no fue real, aunque estuvo basada en la vida de otro magnate de la prensa, William Randolph Hearst. Ciudadano Kane es la historia que relata la obra sublime de Orson Welles, quien ya advertía del poder de los medios de comunicación de masas, lo constató tres años antes con su adaptación de la novela “La guerra de los mundos” de H.G. Wells.

El momento de expansión de la tecnología radiofónica, más la importancia histórica de los hechos ocurridos durante los albores de la segunda guerra mundial[4], hizo que Welles suscitara e influenciara a sus ciudadanos, obviamente de forma magistral, pero si nos basamos en el paradigma de Lasswell nos podemos preguntar: ¿Qué quería explicar Welles? ¿A quién? ¿Con qué efectos?

Welles se dirige a una población en un momento clave, recordemos que solo dos meses después de crear su Ciudadano Kane, se produce el bombardeo de Pearl Harbor, pero que la guerra ya estaba latente desde 1939 en Europa, y que anterior a este año, los americanos ya estaban preocupados por el auge del nazismo en Europa, momento que Welles aprovecha para emitir su “Guerra de los mundos”, por lo que podemos apreciar, en una etnología hipotética, que los años convulsos de este s. XX no eran apacibles, a pesar de la bonanza económica por la que pasaba el país.

Está claro el a quién se dirigía Welles con su programa radiofónico, pero ¿con qué efectos?, ¿podríamos apreciar cierta persuasión en la obra de Welles?, para que se diese la persuasión, se tendría que hacer creer a los oyentes de la emisión que el relato era verídico, y Welles advirtió de la ficción del relato antes de comenzar y durante la emisión de éste, por lo tanto, podríamos pensar que no hubo ánimo de persuasión, pero a pesar de encontrarnos en la primera etapa del modelo de la aguja hipodérmica[5] (1914-1940), el medio radiofónico usado se utilizó como instrumento o medio de influencia, aunque tengo mis dudas de si fue deliberadamente, es decir, ¿Orson Welles pretendió realmente crear el pánico y el caos a sus ciudadanos?

Es en este punto donde cabría resaltar la cita de Goebbels en el Congreso de Nuremberg (1934) cuando anunció que “La propaganda como tal no es ni buena ni mala. Su valor moral lo determinan los objetivos que persigue”, y el objetivo de Welles hemos de creer que era el de entretener, aunque la elección del texto nos hace pensar que también era una crítica subliminal, pues la obra original de H.G. Wells fue una crítica a la sociedad británica, conservadora y colonialista, y la adaptación de Welles probablemente fue orientada también como crítica social norteamericana, de estos objetivos, el que se la dotase de cierto “realismo” al ir incluyendo en la narración avances informativos. En este caso vemos que hubo intencionalidad por parte del emisor, porque entre Emisor y Receptor hubo elementos que filtraban y mediatizaban el mensaje.

Lo que se constató claramente con dicha emisión, fue el modelo estímulo-respuesta, la narrativa creada hizo que los mensajes fueran estímulos condicionantes, lo que provocó actitudes y conductas de pánico en la población.

En nuestro posmodernismo actual nos plantearíamos la influencia mediática en base a la teoría de los efectos de la mediación en la percepción mediática, pues destacaríamos lo que los oyentes interpretaron en su momento, pero sería un anacronismo funcional el intentar analizar la coyuntura fuera de su tiempo, entorno, sociedad, cultura e historia, por ello solo podemos aproximarnos en este análisis.

El paradigma de Lasswell quedaría en la palestra si lo usamos para el análisis del programa televisivo “Operación Palace”, se nos hace obsoleto, los cambios sociales, culturales y tecnológicos son tan grandes que hemos de aferrarnos a la Teoría de Niklas Luhmann para analizarlo desde la perspectiva del funcionalismo sistémico[6].

Jordi Évole hizo un programa televisivo, “Operación Palace”, destinado a una audiencia más avezada en materia visual, para ello tenía un propósito, el de visualizar el alcance de su obra y constatar la fragilidad del sistema ante el avance de los medios de comunicación de masas, intentaba mostrar la manipulación sistémica de los medios de comunicación de masas.

Para ello, conjugó diversas variables, montó el programa usando personas de credibilidad[7] ante el público, orquestó la historia entorno a un suceso nacional de bastante sensibilidad, el golpe de estado del 23 F, y ejecutó una narrativa realmente convincente que aparentaba aclarar cuando en realidad estaba confundiendo, y todo ello a una hora de máxima audiencia, por lo que daba salida a su maquinada presentación.

Cierto es también que el público es un activo importante en esta esfera de juego comunicativo, tiene una responsabilidad y un protagonismo esencial, porque la narrativa del programa es interpretada por el público, y algunos que hemos vivido el momento del 23 F y la presentación del vídeo de Jordi Évole, de seguida veíamos elementos que falseaban la realidad, pequeñas notas de humor o licencias artísticas, como cuando José Luís Garci da importancia a los guardias civiles saliendo por la ventana a modo de símil hitchcockiano en “La ventana indiscreta”, aunque personalmente el sumun de la inocencia, fue afirmar que Adolfo Suárez dimitía de la presidencia del Estado por la propuesta de un incipiente Felipe González.

Evidentemente, la palabra adquiere el significado real de la narrativa cuando el receptor la interpreta, porque como bien afirmaba el padre de la lingüística, Ferdinand de Saussure, la palabra se compone de significado y de significante, y es en la semiótica y en la interpretación de los significantes recibidos por los sentidos, donde se interpretan de un modo u otro en base a nuestra clase, sociedad, cultura o entorno.

Es el conjunto de influencias socioculturales y tecnológicas de las que nos hablaba Orozco[8] y Fuenzalida[9], que estructuran el proceso de aprendizaje del sujeto, por eso somos parte esencial del proceso comunicativo, y si ante una información cualquiera adoptamos una posición de credibilidad total, sin corroborar ninguna de las partes, podemos caer no en un error, que también, pero sí en una interpretación de la realidad distorsionada.

Entiendo que son muchas las variables que intervienen en la descodificación del mensaje, para Orozco pueden ser cognitivas, referenciales, situacionales, estructurales y tecnológicas. Pues bien, Évole y Welles juegan con todas ellas, por una sencilla razón, porque conocen a su audiencia, saben cómo influenciarlas a través de los medios, conocen cómo extraer sensibilidades de sus actos, y de hecho, lo hacen.

Puede parecer un tanto descabellado comparar a Jordi Évole con Orson Welles, pues Welles es superior en creación artística y narrativa, pero es que en este caso, Évole le adelanta en tecnología, la ayuda visual hace que el proceso adquiera una nueva dimensión, puesto que tampoco abandona la parte auditiva. Ventaja que Ébole supo aprovechar con menor potencial artístico, no debemos olvidar que Ortega y Gasset y el mismo Heidegger, ya nos alertaban del peligro de la desnaturalización humana por la técnica, la imagen con audio supera a la palabra señera.

Operación Palace” es un alarde de comunicación política, se intuye el comportamiento político de las masas, por lo que reestructura un instante o un momento para hacer de él una opinión pública consensuada y generalizada, sin importar que sea cierta o falsa.

La manipulación de las masas a través de los medios de comunicación de masas no es nueva, ya lo venía denunciando la Escuela de Frankfurt y la Escuela de Berlín en la psicología de la forma gestaltiana, donde afirmaba que “el todo es más que las suma de las partes”, ante las “bellezas estéticas[10]” mostradas por el nazismo de la época, pero en la época que Évole nos alecciona con su programa, ya se reconocía la influencia directa de los media[11] y sus efectos cognitivos, es lo que teoriza “La espiral del silencio[12]” de la politóloga Noelle-Neumann, estudiando el control social que ejerce la opinión pública ante personas que adaptan sus comportamientos a las actitudes predominantes, lo que viene ocurriendo desde tiempos inmemoriales.

Ante este sistema de comunicación de masas, debemos dudar de la parcialidad de los media y cuestionarnos sus resoluciones, ya que favorecen a unos y perjudican a otros, lo que hemos constatado recientemente (2016) cuando Facebook favoreció las elecciones norteamericanas para la llegada al poder del polémico Donald Trump[13], cuyas ideas eugenésicas rozan el totalitarismo globalizado.

No estoy hablando de “publicidad negativa”, sino de los nuevos usos de un lenguaje y de una semiótica nueva, apoyada en las nuevas tecnologías, siempre en constante expansión, que engendran nuevas formas de comunicación, donde los más influyentes[14] o poderosos, controlan los nuevos lenguajes gracias a dichas tecnologías, para moldear, de este modo, a sus intereses hacia una “opinión pública[15]” unánime y guiada, a la vez que dispar y plural.

Afirma Stuart Hill, el sociólogo de la escuela de Birmingham, que se consideraba a la audiencia como dócil, pasiva y muy influenciable, pero la verdad es que no es que se considerase, sino que todavía podemos considerarla en esa línea, a pesar de que el receptor no sea pasivo, en la línea de lo que afirma Hill, porque creo que ya ha quedado demostrado la manipulación e influencia del poder de los media, ya que ante la posmodernidad actual del pleitesismo servilista al big data, la tecnología nos analiza constantemente mediante nuestras preferencias, cookies de seguimiento o complejos algoritmos receptores de los nuevos análisis de la audiencia activa. Ahora el estudio de los métodos cuantitativos y cualitativos llega a todo el conjunto y no a una parte de éste, por ello cada vez más se ignoran los nichos poblacionales en detrimento de la globalidad de los individuos.

La audiencia es activa porque el sistema lo ha querido así, no logra escapar de los grandes medios de comunicación de masas, al contrario, sigue su flujo y deja influenciar y manipular ante el convencimiento de ser personas individuales y activas del sistema, tanto por aprendizaje individual como social.

Hemos optado por tomar la píldora roja en la Matrix[16], píldora que simboliza la cultura popular de aquellos que hemos hecho elección por conocer la “verdad”, sin entender que seguramente la felicidad se encuentre en la ignorancia que nos transfiere el uso de la píldora azul o de la toma de soma[17], era Adorno quien partía del principio de que la técnica debe liberar al hombre, aunque sea en un mundo recreado o virtual.

Curioso es el hombre que a pesar de todo sigue prefiriendo la píldora roja.

La tecnología moderna hizo del hombre un esclavo de la máquina[18].
(Ortega y Gasset)



[1] Véase: https://elpais.com/diario/1990/10/10/cultura/655513202_850215.html. Consulta realizada en abril del 2020.

[2] Programa emitido el 30 de octubre de 1938, adaptación radiofónica de la obra “La guerra de los mundos” de H. G. Wells.

[3] Véase: https://www.dailymotion.com/video/x5ukhg7. Consulta realizada en abril del 2020.

[4] A pesar de encontrar en 1941, una Europa sumida en plena Segunda Guerra Mundial, no será hasta 1941 que EEUU se enzarzará contra Japón por los ataques de Pearl Harbor, formando parte del bando aliado.

[5] La “Teoría hipodérmica” o “Teoría de la bala mágica” presupone la inmediatez, mecanicidad y amplitud de los efectos de los medios de comunicación social. Cada elemento de la masa es personal y es atacado por los mensajes. Son teorías conductistas de la psicología experimental junto con la teoría de la sociedad de masas, donde se visualiza el proceso de comunicación como un proceso de influencia, manipulación y control.

[6] Actuar como sistema integrado es lo que hace crecer en poder.

[7] Principio de autoridad (Usado en PNL)

[9] FUENZALIDA, Valerio. Entrevista. 21/11/2003

[10] N. del A.: Me refiero a la estética de sus formaciones militares y al uso de publicidades manipuladoras que dinamitaban el paradigma de la sociedad de la Weimar.

[11] Entiéndase MEDIAS como el conjunto de los diferentes medios de comunicación de masas.

[12] NÖELLE-NEWMANN, Elisabeth. La espiral del silencio. Paidós. Barcelona. 1992.

[14] Los líderes de opinión, en la actualidad designados con el término influencers.

[15] N. del A.: Entrecomillo los términos de “opinión pública” por la dificultad de su definición.

[16] Matrix. Película de ciencia ficción de las hermanas Wachowski, estrenada en 1999.

[17] Droga suministrada a la población para satisfacer su placer en la obra de Aldous Huxley “Un mundo feliz”.

[18] SARSANEDAS, Anna. La filosofía de la tecnología. Quiero saber. UOC.