Roma monárquica y republicana.

Roma monárquica y republicana.

Ensayo sobre la situación de la mujer etrusca y romana en época monárquica e inicios de la República.

“Fue solo cuando tomamos esposa que empezó nuestro ascenso. Son las mujeres de Roma, con su acervada virtud y su casta moral quienes conquistaron el mundo…Son las mujeres de Roma quienes guardaron el hogar y la morada mientras nosotros los hombres incendiábamos Cartago. Mujeres de Roma como la loba que amamantó a Rómulo y Remo quienes han criado una nación de estadistas, sabios e invencibles…Cuando llegue el momento me ocuparé de que vosotras las mujeres seáis recompensadas por vuestra virtud. En el futuro dictaré leyes que premiarán la fertilidad y la santidad del matrimonio. Dictaré leyes que castiguen severamente el adulterio, la promiscuidad y el vicio de toda clase.”[1]

Con este discurso se presenta el primer emperador romano, César Octavio, de cognomen Augusto desde el 27 a.C. asignado por el Senado romano, junto a su brazo derecho, Mecenas (noble romano de origen etrusco), ante una pequeña asamblea de las mujeres más representativas de Roma. Si bien el diálogo pertenece a la ficción novelada de la serie TV de “Roma”, creada por John Milius y William J. MacDonald, nos sirve para introducir las políticas de género que se implantaron en Roma derivadas de las trayectorias de promiscuidad y vicio que venían denunciando los autores latinos y griegos. ¿Por qué hasta que Augusto proclamó las Leyes Julias (18 a.C.), las mujeres eran tan mal vistas en la antigua Roma?

Hubo un tiempo, en el s. VI a.C. que Roma era etrusca, cuyo gobierno estaba en manos de Lucio Tarquinio, el primer rey etrusco que gobernó en Roma, llegando a forjar la dinastía de los Tarquinios.

Como bien afirma Elvira Barba, “los textos antiguos…todos ellos…fueron redactados por autores griegos y romanos, tradicionales enemigos de los tirrenos[2], hasta el punto de que nos remarca Martínez-Pinna, “[para estos autores] la sociedad etrusca era sumamente licenciosa e indecente…sin ningún sentido de la moral…la mujer ofrece una imagen de lasciva y desvergonzada, en definitiva, un ser peligrosamente libre[3]

No descubro nada nuevo al remarcar las rivalidades que debieron tener las mujeres etruscas versus romanas, y es evidente que los principales autores que versaron sobre estos temas, Aristóteles, Teopompo, Plauto, Tito Livio, Heráclites, Póntico, etc. dieron soporte o fueron actores activos en la participación de las rivalidades, pero ¿realmente era tan lasciva la mujer etrusca y tan recatada la mujer romana? ¿No será pura invención todo lo asociado a la mujer etrusca por parte de estos autores?, es algo que no debemos descartar, pues como afirma X. Espluga “Se piensa que la figura de Tarquinio el soberbio (rey etrusco) es en realidad una pura invención de la tradición[4], en este caso ¿no será la tradición malévola con la mujer etrusca por el hecho de ser “diferente”? Si la palabra rex y la institución monárquica en época etrusca pasaron a ser odiadas por toda la sociedad romana, ¿no serán las malas artes de la tradición romana las que dañaron la imagen de las etruscas?

Si visualizamos la poca iconografía que se conserva del periodo etrusco o rasena (como ellos mismos se autodenominaban), podemos extrapolar conclusiones que evidencian la verdad o falsedad de los autores anteriores, hasta el punto de desmentirlos en varios aspectos. Por ejemplo, Aristóteles afirmaba que “los etruscos se tumbaban en los banquetes junto a sus esposas, tapándose ambos con un mismo manto[5] lo que difiere de lo apreciado en el monumento funerario etrusco del 480 a. C. de “La tumba del Triclinio”.

Aunque lo que sí que se observa es que las mujeres retratadas ocupan un lugar primordial de la representación, y sí que se exalta el gusto etrusco por los placeres de la vida, por ello se rodean de naturaleza animal no exenta de simbología, o de hombres con desnudos integrales que se sitúan en la parte inferior de la imagen, probablemente por ser esclavos o siervos, ya que el artista que toca una flauta o los hombres que comparte lecho con la mujer etrusca, no exhiben un desnudo integral, simplemente torsal, e identificados todos por un manto azul, recordemos que el azul venía del tratamiento del Lapizlázuli (en latín “lapis lazulï”, etimológicamente “color del cielo”), un color que con más de 6000 años de antigüedad ha sido siempre asociado a la vida propia, a la naturaleza y a la vida en sí misma, incluso en nuestros días.

¿Cómo es posible que los etruscos representaran las escenas sexuales junto con la muerte y con el misterio que la rodea? La explicación la podemos encontrar en esa vinculación que hacen entre sexo y fecundidad, y como bien observa Elvira Barba, en la triada entre sexo, fecundidad y resurrección.

En cualquier caso, la escena de la Tumba del Triclinio es bastante “recatada” y “respetuosa”, pues nos deja concluir que la mujer se sitúa a la altura del hombre en temas sociales, pero “Nada más ajeno…a una sexualidad alegre y desinhibida que se practicase, como algunos han pensado” [Elvira Barba: 2007], nada que nos haga pensar en ese “matriarcado etrusco” que critican los clásicos romanos, ya que lo que muestra, este friso concreto, es una sociedad más igualitaria, en cuanto a género, que la romana, ya que en Etruria la mujer disfrutaba del derecho a la propiedad, junto al derecho económico y jurídico, que las distanciaba frente a las mujeres griegas y romanas, lo que hace evidente pensar en las rencillas entre ellas situadas en el s. VI a.C., cuando gobernaban los monarcas etruscos, algo que debió de tensionar las relaciones, porque las etruscas eran “mujeres  libres e independientes en un universo modelado a medida del hombre[6].

No debe de extrañarnos que si para los griegos las heteras, eran cortesanas atenienses que se relacionaban con cierto “amiguismo” con los hombres, sirviendo de ejemplo Aspasia con Pericles, y que por ello disfrutaban de ciertos privilegios sociales que les otorgaba el tratamiento de mujeres libres y las dotaba de cierta independencia, era el principal motivo blandido para construir el discurso que utilizaban para asemejar a la mujer etrusca con las cortesanas, por el mero hecho de tener en común estos privilegios.

La mujer retratada en este friso no exhibe un tutulus[7], pero sí que lo asemeja con esa prenda que adorna a juego con sus vestimentas, que bien podrían ser túnicas que le cubren la cabeza, motivo más para pensar en esa actitud “recatada” o de respeto, si bien lucen símbolos de cierto status social como las pulseras o los collares, así que debemos seguir pensando en la influencia de aquellos autores citados anteriormente, y en especial Horacio, que eleva a paradigma del feminismo a Penélope, modelo de honestidad en palabras de Martínez-Pinna, o mejor aún, el relatado en la leyenda etiológica de Lucrecia, una mujer que para el autor Tito Livio es el paradigma auténtico, y la máxima exponente del antagonismo etrusco feminista.

El peinado que exhiben nos muestra un pelo corto, alejado de la imagen que teníamos de largos bucles mostrados en el Sarcófago de los esposos de Vila Giulia, de hecho, se asemejan a los hombres hasta el punto de que se distinguen de ellos por el torso desnudo de estos, por los collares y por la unificación de colores por sexo que ha realizado el artista.

La novedad entre ambas iconografías, La tumba del Triclinio y el sarcófago de los esposos de Vila Giulia, reside en que muestran el afecto entre hombre y mujer, algo que jamás habían reflejado los artistas griegos, a pesar de que el sarcófago de los esposos de Vila Giulia muestra claras influencias griegas, y a pesar del distanciamiento temporal entre ambas obras (una del s. VI a.C. y otra del 480 a.C.) se nos muestra sentimientos de afectividad femeninos, algo que los romanos tardarían siglos en mostrar, aunque no deberíamos obviar que Julio César sería el primer emperador en ofrecer unos juegos romanos dedicados a una mujer, a pesar de hacerlo para honrar la memoria de su hija Julia, casada con Pompeyo, alejándose del valor social y político que obtenía la mujer de forma individualizada por la cultura etrusca.

No es de extrañar que el sarcófago de los esposos de Vila Giulia muestre influencias griegas, pues como afirma X. Espluga “La gran Roma de los Tarquinios dispuso de la ciudad abierta a las influencias de los pueblos foráneos (griegos, fenicios, sabinos, teruscos)[8], una exhibición de multiculturalidad arcaica. Es por ello por lo que observamos unos rostros de belleza simétrica y proporcional, aunque los detalles se muestran de torso para arriba.

Si debiésemos finalizar en base a las conclusiones extraídas de la Tumba del Triclinio y del sarcófago de los esposos de Vila Giulia, lo haríamos distanciándonos de aquello que nos llegó escrito y transmitido por la literatura, mucho menos visual, pero sin dejar de obviarla, ya que las fuentes son diversas, aunque tengamos ciertas sospechas de la aplicación en este caso de aquella locución latina de Julio César, “Divide et impera”, pues es posible que el desprestigio que los romanos acusaban en las mujeres etruscas tuviese un objetivo o formara parte de una realidad arcaica.

Rara est concordia formae / Atque pudicitiae
(Es rara la comunidad de belleza y castidad)
Juvenal, Sátiras, 10, 297

 

Esteban RUBIO COBO



[1] MILIUS, John. HELLER, Bruno y otros. “Roma”. BBC-RAI-HBO. Temporada 2 Episodio 8 (min. 1:52:00).

[2] ELVIRA BARBA, Miguel Ángel. “Anales de Historia del Arte”, Universidad Complutense de Madrid, 2007. ISSN: 0214-6452. p. 7.

[3] MARTÍNEZ-PINNA, Jorge. “In convivio Luxuque: Mujer, Moralidad y Sociedad en el mundo etrusco. Brocar, 20 (1996). p. 31.

[4] ESPLUGA, Xavier. “El mundo clásico II”. Materiales UOC. 2022. PID_00178895 . Apart. 3.1.3.

[5] Citado por Ateneo, “Deipnosofistas”, I, 23 d. y extraído de ELVIRA BARBA, M. Ángel [2007]

[6] MARTÍNEZ-PINNA, Jorge. “In convivio Luxuque: Mujer, Moralidad y Sociedad en el mundo etrusco”. Brocar, 20 (1996). p. 33.

[7] Especie de gorro etrusco con el que se nos presenta el retrato de varias mujeres etruscas. Dicha prenda desapareció posiblemente a principios del s. V a.C.

[8] ESPLUGA, Xavier. “El mundo clásico II”. Materiales UOC. 2022. PID_00178895. Apart. 3.1.3.